domingo, 8 de noviembre de 2015

Una nueva experiencia



 Hace ya dos semanas que estoy en esta escuela (pública), reemplazando a la maestra de 5to grado. Ya había tenido a este grupo por una semana, a principio del año. Me alegró el recibimiento efusivo que me dieron los chicos cuando me vieron entrar. Para mí, es el mejor indicador de la calidad del vínculo que se había logrado construir en tan sólo una semana.
            La escuela, muy bella, no ediliciamente sino en cuanto al clima de trabajo, tanto por parte de los docentes como del equipo de conducción y auxiliares. Se respira armonía, compañerismo, optimismo.
            El grupo de chicos, buenísimo para trabajar: dieciséis, con diversidad cultural y cognitiva. Situaciones complejas: hasta ahora una, pero trabajable desde las pautas claras y la firmeza amorosa, reforzando fortalezas y trabajando el manejo de las emociones. Cuando uno logra ver más allá de las conductas visibles, traspasando lo meramente aparente, y logra darse cuenta de lo que el chico que tiene delante, con todas sus actitudes conflictivas, está realmente expresando, surge en uno la empatía y la compasión. Y es desde este lugar que se puede acompañar amorosamente al alumno, aún a través de límites claros, precisos y contundentes, en su proceso de aprender tanto contenidos conceptuales como herramientas para el buen manejo de sus emociones.
            Cada vez que entro a trabajar con un nuevo grupo, le digo a los chicos lo siguiente: “Yo los pienso a ustedes como los adultos del futuro. No sé quién de ustedes será el futuro Presidente de la Nación, o algún funcionario público, o el Premio Nobel de Medicina o de Letras, tampoco el Doctor que salve vidas, o un maestro de escuela, o la futura reina que se case con algún rey de Europa (como Máxima), etc. Mi responsabilidad es darles lo mejor que tengo para educarlos, para que sean buenas personas, responsables y solidarias.”
            Hasta ahora, la experiencia con este grado ha sido muy bella. ¡Veremos cómo sigue! Por lo pronto, me quedaré con ellos por un tiempo.


lunes, 12 de octubre de 2015

Etiquetas que dejan huellas



Me gustaría, en este espacio, reflexionar acerca del uso del término “superdotado”, el cual ha caído últimamente en desuso por las implicancias y efectos negativos que tiene en los chicos. Las últimas investigaciones en materia de inteligencia, dan cuenta de la co-existencia de trece inteligencias que en todas las personas aparecen desarrolladas en diferentes niveles y que es lo que distingue, tanto intelectual como emocionalmente, a una persona de otra, definiendo así su singularidad. Es así que todos nosotros tenemos potencialmente la capacidad de desarrollar las trece inteligencias; sin embargo, no todos lo hacemos en igual nivel.
Los chicos de las nuevas generaciones nacen con capacidades altamente desarrolladas. Sin embargo, éstas no entran en las categorías habitualmente consideradas “normales” y, por lo tanto, no son detectadas; son subestimadas y, al no ser acompañadas y cubiertas sus necesidades, al poco tiempo se expresan por medio de “síntomas” que rápidamente son etiquetados como “trastornos del aprendizaje y/o del desarrollo” y, luego, se bloquean. Lo que en la década de los ochenta apareció como un “grupo selecto” de mentes brillantes, que en aquel entonces presentaban capacidades para leer y escribir o de hacer cálculos mentales muy precozmente, hoy son la mayoría. Lo que sucede es que ya no se ven como chicos que hacen expresiones gráficas increíbles, que hablan a los 9 meses o que leen y escriben a los 2 años. En la actualidad, muestran otras características. Pero, mientras sigamos poniendo la mirada en las capacidades de sólo dos inteligencias, no vamos a poder ver esta realidad que se nos impone y que nos está exigiendo un cambio del paradigma educativo.
A lo largo de mi recorrida por las aulas (continúo tomando suplencias en la escuela pública para poder vivir lo que el docente y los niños experimentan diariamente y, desde este lugar, intentar construir un saber pedagógico que satisfaga las múltiples necesidades educativas), he visto cantidades de niños “con problemas de aprendizaje o de conducta” que presentaban un altísimo desarrollo de inteligencias tales como la emocional, la corporal-kinestésica o la visual-espacial, aunque no así la lógico-matemática o la lingüística, para las cuales ha sido diseñado nuestro sistema educativo.
Personalmente pienso (y sé que este pensar es también compartido por todos aquellos niños a quienes acompañé y que ahora son adultos, y sus familiares) que, al utilizar el término “superdotado”, se está escindiendo la sociedad, dividiéndola entre los más inteligentes y los menos inteligentes (acorde a ciertas estrategias implementadas hace ya bastante tiempo en algunas escuelas). Se coloca al niño en un lugar del cual después es muy difícil salir. Se está sembrando la semilla de la soberbia y regándola para que crezca ¡alta y fuerte! Y es justamente esta soberbia (y la terrible autoexigencia que desarrollan) la que les trae una enormidad de problemas sociales y afectivos y, a la larga, una profunda sensación de soledad, de “no pertenecer” y de aislamiento. Todos somos talentosos y tenemos el potencial de desarrollar la creatividad. Al haber una visión tan angosta de lo que es la inteligencia humana se está fabricando una noción de elite que se reduce a solo dos o tres de las trece inteligencias que todos tenemos.
Esta noción es compartida y divulgada por Daniel Goleman, autor del best-seller La Inteligencia Emocional, a la vez que por otros investigadores que fundamentan desde la Neurología, la Sociología, la Antropología y la Pedagogía que las capacidades intelectuales no son las más importantes, y más aún que la Inteligencia Emocional es el interruptor de las demás inteligencias (las activa o bloquea).
Toda acción que se lleve a cabo para estimular y acompañar el desarrollo de todas las inteligencias es bienvenida. Pero cuestiono el etiquetamiento pues por sí solo y en sí mismo causa efectos de los que es difícil escapar. No hagamos cosas que contribuyan a seguir dividiendo a los seres humanos, sino que eduquemos para estimular la conciencia de la unidad. Todos tenemos talentos que podemos y debemos desarrollar y compartir para el enriquecimiento de nuestra especie.

jueves, 30 de mayo de 2013

¿Qué hay detrás?

Hace mucho tiempo que no escribo. Todavía no me acostumbro a tener un blog e incorporar nuevos hábitos toma tiempo; salir del monólogo interior para volcar mis pensamientos en un espacio abierto es un cambio interesante, ya me iré habituando.

En lo que va de este año, todavía no tomé cargos en escuelas; dediqué mi tiempo a acompañamientos pedagógicos. Siempre que empiezo un nuevo acompañamiento, invierto mucho tiempo y energía en establecer un vínculo sólido con los chicos, para quienes soy una figura nueva. Entre otras cosas, esto me demanda tiempo extra para la elaboración de juegos didácticos (siempre creí que la mejor manera de aprender es jugando) diseñados de acuerdo a las necesidades de cada chico.

Ahora estoy trabajando con dos nenas muy inteligentes, pero muy inquietas. Esto hace que las cosas sean, a veces, menos fáciles para el docente. Recibo gran cantidad de consultas - de padres y de maestros - por chicos que fueron diagnosticados con ADHD (síndrome de déficit de atención e hiperkinesia) y desde hace ya varios años, sostengo que éste "sindrome" tapa, en realidad, otras problemáticas. En los cursos de capacitación que doy trato, entre otros contenidos, este tema. La pregunta que hago a los maestros es: ¿Qué hay detrás del diagnóstico de ADHD? Hoy, buscando nueva información sobre pedagogía, me topé con esta nota en internet:

Enfermedad Ficticia

domingo, 24 de marzo de 2013

¿Estaríamos dispuestos?


Recuerdo que, cuando estaba cursando el Profesorado de Inglés en el Lenguas Vivas, la profesora de "Methodology" nos introdujo a la utilización del “diario” como una herramienta pedagógica. Esta estrategia de trabajo resonó tan profundamente en mí, que varios años después la incorporé a mi “mochila” docente.

Un "diario escolar" es un espacio escrito en el que uno vuelca sus más íntimos pensamientos, sentimientos, experiencias y vivencias, sin temor ni peligro de ser juzgado o criticado. Casi como un diario íntimo - que no es leído por nadie más que por su autor -, el diario escolar sólo puede ser leído por el autor, o sea el alumno, y su docente, quien se compromete a no hacer ningún tipo de correcciones en su escritura ni en su contenido, a no divulgarlo, y a no juzgar, criticar ni ofenderse o enojarse por lo que allí se diga. Porque en el diario, el alumno puede expresar todo lo que siente y piensa sobre lo que le sucede en la escuela, con sus compañeros y también con sus docentes.

Sin embargo, para poder implementarse como una herramienta pedagógica, el docente debe estar capacitado para trabajar con los emergentes de su utilización.

¿Estamos preparados para “escuchar” lo que los chicos tienen para decirnos?

Por otro lado, ¿estamos preparados para escribir nosotros, docentes, un diario, con todo lo que ello implica? Porque es compartir abiertamente nuestros pensamientos y sentimientos (los positivos pero también los negativos) y nuestras experiencias docentes con sus aciertos y sus fallos, sin temor a ser juzgados o criticados (por supuesto que hablo de críticas negativas, porque las positivas ¡bienvenidas sean!). Piaget nos enseñó a trabajar a partir del error, pero… ¿estamos realmente dispuestos a aprender de nuestros errores? ¿Somos capaces de abrirnos de tal manera, sin temor a quedar expuestos ni miedo a la crítica? ¿Comprendemos que, de todos modos, aunque nos equivoquemos, podemos aprender de lo que otros nos puedan llegar a señalar, sugerir o simplemente “mostrar” a través de su manera de pensar?

Somos simplemente humanos, siempre perfeccionables. Tenemos muchos conocimientos, pues nos hemos capacitado. Pero podemos seguir aprendiendo de por vida y, como en cualquier situación de aprendizaje, podemos cometer errores y aprender a partir de ellos. ¿Estaríamos dispuestos a aprender también a partir de la reflexión acerca de nuestras propias prácticas docentes?

Sé que es difícil. Uno se siente “observado”, “evaluado”, “juzgado”. Sin embargo, puede ser un salto hacia el cambio que se necesita.

jueves, 21 de marzo de 2013

Reflexiono...



“¡Qué admirable y digna de atención es nuestra situación, la de los hijos de esta Tierra! Cada uno de nosotros sólo se halla aquí para cumplir una breve visita. No sabemos con qué fin, aunque a veces creemos sentirlo. (…) Estamos en la Tierra para los demás, y en primer lugar, para aquellos de cuya sonrisa y bienestar depende plenamente nuestra dicha. También existimos para los innumerables desconocidos con cuyo destino nos ligan y encadenan lazos de simpatía.”
                                                                                              Albert Einstein

           
“(…) La conciencia es un estado de expansión del conocimiento, el darse cuenta, personal y universal. Este conocimiento expansivo permite a la gente entender múltiples capas de relaciones con ellos mismos, con otros y con el mundo de la naturaleza. ¿Y qué es la educación? Es el proceso de “hacer salir” o “guiar hacia afuera” el verdadero sí mismo. (…)”
                                                                                      
                                                                              Ph. Gang, N. Meyerhoff, D. Maver

lunes, 18 de marzo de 2013

Me decidí


El próximo jueves voy a ir al Distrito a buscar cargo. Cada nuevo año escolar espero a que pasen las primeras semanas de clase, a que las maestras se acomoden en sus cargos, a que los chicos se adapten al nuevo año y a la nueva maestra…
Por el momento, sólo tomo suplencias cortas o relativamente cortas. Así, como dije en la introducción, tengo la oportunidad de conocer distintos grupos y distintas escuelas, además de tener más tiempo para mis investigaciones y escritos.
Sí, me cuesta un poco empezar, porque me cuesta levantarme cada mañana a las 5.30 de la mañana… A la tarde no puedo tomar suplencias porque tengo los chicos a los que acompaño pedagógicamente y mis alumnos de Inglés. Pero, ¡ya me decidí! Este jueves voy.

sábado, 16 de marzo de 2013

Quién soy


Mi nombre es Karen Gerson. Soy Licenciada en Educación, Profesora para la Enseñanza Primaria e investigadora en el área de Educación. También soy capacitadora docente, porque me interesa difundir los saberes que obtengo de las investigaciones que realizo y construir, junto con los colegas con los que trabajo, nuevos conocimientos y estrategias para implementar en el aula. Pero todo esto no lo puedo hacer, al menos yo estoy convencida de ello, si no continúo en el aula y, de esta forma, vivencio lo que los maestros experimentan en el día a día junto con sus alumnos.
            Por todo esto es que continúo tomando suplencias varias veces al mes en un distrito escolar de la Ciudad de Buenos Aires, recorriendo así distintas escuelas, diferentes grados y, por lo tanto, tomando contacto con diferentes comunidades, alumnos, compañeros docentes, estilos de aprendizaje y de enseñanza, además de realizar acompañamientos pedagógicos extraescolares de niños de primaria y de media. Y es desde este lugar que concibo la idea de construir un “corpus de conocimiento”, una pedagogía y un saber hacer transmisible e implementable. Desde el lugar de “maestra itinerante”.